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El pueblo se alegraba de los donativos voluntarios que habían hecho al Señor de todo corazón. El rey David también se alegró mucho 10 y bendijo al Señor ante toda la asamblea diciendo:

— ¡Bendito seas Señor, Dios de nuestro padre Israel, por siempre y para siempre! 11 Tuyos son, Señor, la grandeza, el poder, la gloria, el honor y la majestad, porque todo cuanto hay en cielo y tierra te pertenece, y ejerces el reinado y el dominio sobre todo.

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